La velocidad
Dicen que la vida pasa volando. Pero no es cierto. En verdad, la vida es lenta, somos nosotros los que vamos acelerados. Hablamos, comemos, nos movemos e incluso follamos de un modo rápido, veloz, siempre con prisas. Siempre estresados.
Y luego, sin embargo, decimos que es la Vida la que nos estresa. Como si fuera su culpa, como si nosotros no influyéramos en ella y fuéramos simple y llanamente, unas pobres víctimas indefensas.
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Dicen que la vida es eso que pasa mientras nosotros corremos. Y es cierto. Corremos y corremos sin saber a dónde vamos y mientras seguimos corriendo, permanecemos esperando. Esperamos ese momento, el perfecto y más adecuado, o ese momento llamado viernes, o puente, o vacaciones de verano… La cosa es que pase ALGO. Lo que sea. Algo que nos inyecte un poquito de sensación-de-vida-en-vena. Y el caso es que ese ALGO ya está pasando, solo que no nos damos ni cuenta. Somos rudos además de raudos y la gente con prisa no tiene tiempo para sutilezas.
Por eso siempre andan esperando.
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Pero ahí está, en nuestro ser, en nuestra presencia, en dejar de correr y en darse cuenta de que ese ‘algo’ que estamos esperando es esa Vida que YA nos corre por las venas.