La mente in-controlable
Dime la verdad: ¿Alguna vez has sido capaz de controlar tus pensamientos? No te pregunto si lo has intentado -que ya sé que sí y que compartimos carné en el club del intento y la frustración- sino si lo has conseguido.
Si has salido victoriosa en ese intento. Te lo pregunto porque YO NO.
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Es muy curioso ver cómo la mayoría derrochamos toneladas ingentes de energía en querer controlar algo que es IN-controlable. Como el movimiento de un barquito en el mar en pleno oleaje.
Y más curioso todavía es ver cómo este esfuerzo no es general, sino específico. Me explico: ¿Conoces a alguien que dedique su tiempo a controlar el flujo sanguíneo que bombea su miocardio? ¿O la cantidad de jugo gástrico que segregan sus intestinos? ¿O incluso en la proporción de cera que rezuman sus oídos?
Imagino que NO (aunque supongo que sí, que alguien habrá)
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Entonces, ¿Por qué ponemos tanto empeño en refrenar, amansar y domar nuestros pensamientos? El cerebro piensa y ESA es su función: generar ideas y pensamientos. Y no se puede parar, a no ser que te mueras. Así que por favor, NO TE GASTES. No hagas esfuerzos en balde, no malgastes ni un minuto más en querer CONTROLAR algo que es perfecta y salvajemente incontrolable. De hecho, ese es el motivo por el cual a mucha gente ‘no le funciona’ la meditación, pero eso es otro tema a parte.
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Por lo tanto NO, siento decirte que no hay forma humana de controlar a tu hardware. NO puedes domarlo, ni domesticarlo ni someterlo para que sea un cerebro ‘bueno’ y molón. Lo que sí puedes hacer, es darle una nueva educación. Es decir, puedes reeducarle. Y he encontrado una manera, podríamos llamarle la ‘solución’, solo que 2000 caracteres que es lo que cabe en estos pies de foto instagrammers, no dan para contarte, así que hagamos una cosa, si te interesa saber este CÓMO, ponme por ahí algún emoji loco y dime si prefieres formato podcast o artículo para el blog.
(y si por una de esas tú eres de lxs de Marte y finalmente lo lograste, ¡Compártemelo!)