NO CONFUNDAMOS VIRALIDAD CON REALIDAD
Según IG, el origen del reto* no es turco*. Tampoco es por AOC* y su eléctrico discurso. Y aún hoy, no es seguro que el motivo sea la publicación de Ana Paula Padrao*. Lo único que SÍ sabemos es que llevamos + de 7 millones de publicaciones con el hashtag de turno.
El ‘desafío’ funciona como las cadenas de correos. Quien participa nomina a otras mujeres a seguir el hilo y publicar su propia foto. Y bajo la foto, un texto alentando el apoyo a las mujeres bajo la -extraña- premisa que ‘aceptar el reto’ promueve el empoderamiento femenino.
7 millones de fotos en b/n, en los que en teoría practicamos el feminismo pero que en la práctica se reducen a un mero -aunque hermoso- ejercicio de clicktivismo*. Es decir, nos permite ‘involucrarnos’ y expresar una postura sin tener que mojarnos porque solo con el hashtag, creemos decir lo mismo.
Según la psicología social, leer/compartir frases motivacionales o inspiradoras, ser ‘clickactivista’ y participar en este tipo de ‘retos’, nos da una falsa sensación de bienestar, como si hubiéramos logrado algo cuando en verdad, la mayoría de estas manifestaciones solo generan sobresimplificaciones de asuntos muy complejos y no reemplazan la acción real.
Es obvio que nada de esto se hace con mala intención, y la mía no es criticar el gesto sino reflexionar sobre este tipo de acciones virales que se generan en las redes sociales, de forma ‘espontánea y casual’.
Para mí (y esto es MI opinión, nada más) si el objetivo es aprovechar las redes para potenciar y promover cambios sociales, necesitamos darnos cuenta que más allá del hashtag o el reto/desafío -que nos lleva a confundir viralidad con realidad y reiteración con importancia- son nuestros actos cotidianos -a quién compramos, qué info consumimos, qué compartimos…- los que generan cambios disruptivos y profundos en el mundo real.
No olvidemos que la Vida está ahí afuera, no en una red social*.
PD: dale, pueden criticarme, #aceptoelreto de CONVERSAR 😉🤘🏼