Vuelvo a casa. Salgo del nido. Y en este salto transatlántico hasta el mar desde la sierra -tan metafórico como físico- estoy descubriendo que HOGAR tiene muchos sentidos… Verás, (no sé tú, pero yo) hasta ahora y desde hace años he convivido con una escurridiza sensación de inestabilidad habitacional. De vivir en muchos sitios pero sentir que ninguno era ‘el mío’. Que ninguno lo sentía completamente como ‘hogar’. Pensé que al venir a la Sierra, esa ‘tierra’ que tanto faltaba en mi carta natal (como si mi alma de antemano lo supiera) resolvería esa sensación de malabarismos y le pondría el punto y final… Y sí, durante un tiempo he creído que así era pero ¿Sabes qué? Que me he mentido. O mejor dicho, me he convencido a mí misma de algo que NO era.
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Recién ahora entiendo que HOGAR no es algo que esté fuera. 
Hogar somos tú, yo, y este instante que nos sostiene y nos rodea. Hogar es la consciencia de que tanto tú como yo, somos seres presentes poniendo en práctica esa presencia. Y en base a esa práctica es que me he dado cuenta que unx vuelve al Hogar cuando se re-conecta. Y no desde un lugar físico externo, sino desde el bienestar interno e inherente a nuestra esencia.
Volvemos al hogar para poder estar en contacto con nuestras emociones, para reconocer nuestros filtros y pensamientos, para percibir esa capacidad innata de ESTAR y SENTIRNOS VIVOS y ser agradecidos con la Vida vi-vi-én-do-la de una manera plena.
Volvemos al HOGAR a modo de reencuentro. Con los otros, sí, pero sobre todo con nuestra propia esencia. Así es como nos habitamos de nuevo y le damos vida a nuestro Ser, porque para que un hogar sea hogar, debe habitarlo alguien por dentro, no solo que lo parezca desde fuera.
Así que sí, estoy contenta.
Tengo todas las ganas y vengo con las puertas abiertas.
Quiero sol, mar, risas, conversaciones nutritivas y relaciones auténticas. Saltamos del nido. Volvemos a casa. Traemos calor de hogar en la maleta. 🌿