LA ALEGRÍA DE VIVIR
Cuando te sientas apática, desencantada, estresada o triste, recuerda que tanto la tristeza, el desencanto, el estrés o la apatía son una invitación a reconectar con la Alegría de Vivir.
Una alegría intencionada, contagiosa, activa. Una alegría que nos acompaña en la co-creación de nuestro día a día y que nos permite la transformación de la vida que tenemos por vivir. Una alegría que nos aleja de la miopía emocional en la que como humanos chapoteamos y que nos acerca a nuestra esencia. Auténtica, luminosa, feliz.
Nos han vendido que la Alegría es pasiva y que depende de quien venza en La Liga, de cuanto facture mi empresa o de quien gane la final de OT.
Y ¿Sabes qué? Que nada que ver.
El camino hasta ese estado de Ser no tiene ni truco ni trato ni va en paralelo por otra vía externa a ti, no. El camino pasa -simple/mente- por resignificar aquellas cosas que nos generan alegría, cosas que por lo general suelen ser sencillas, hermosas y ‘for free’. Me refiero a esos paisajes, lugares, objetos o personas que nos conectan de nuevo con la Vida y nos producen una alegría directa, sin filtros mentales, sin diálogo interno, sin bli bli bli.
Una alegría en vena que cala y trasciende a la persona que la siente y que contagia todo lo que le rodea de una manera generosa y evidente. Quiera o no quiera porque es una alegría que se pega y que tiene muchos nombres: regocijo, gozo, júbilo, entusiasmo, algazara, alborozo, risa o simplemente… ALEGRÍA DE VIVIR.
#compartirparacrecer