Para mí, la ‘felicidad’ es la zanahoria más grande que nos ha dado el huerto de la sociedad post moderna. Se nos ha vendido UNA idea de felicidad; parcial, condicionada e incompleta. Una IDEA para la que se necesita dinero. Una felicidad material y perecedera así que sin duda, es una felicidad temporal. Que ojo, no está mal, pero no es LA verdadera.

Este tipo de felicidad es de las que NO aporta libertad por su propia dependencia y si no hay libertad, no puede haber paz interna. Si lo miras, te darás cuenta. Y sí, estoy diciendo una obviedad tan grande como este planeta pero -y eso es lo curioso- muy poca gente lo tiene en cuenta: Es tan obvio, que suele obviarse de buenas a primeras.
Sin embargo, si sigues mirando y te fijas bien, verás que EN EL FONDO, cada unx de nosotrxs sabe perfectamente a que responde SU felicidad. Lo sabe y lo SIENTE. Y lo sabemos porque lo hemos sentido mil veces. Al contemplar un atardecer, al compartir un abrazo, al reír a mandíbula abierta…Que sé yo, cada quien a su manera.

La felicidad, como todos los conceptos abstractos de este mundo es individual, única y cada quien sabe cuál es su receta y aunque lo ‘obvio’ sería que hiciéramos todo lo posible para disfrutarla de esta manera, lo cierto es que por muchos y variopintos motivos (educación, autoestima, presión social…) preferimos inclinarnos por la Felicidad Impuesta que por la Verdadera, creyendo que son lo mismo cuando en verdad, NO lo son ni aunque quisieran.

Quizá por eso nos auto engañamos, porque vivimos tan apegados a esa idea mental de felicidad ajena que ESA IDEA es la que sostiene toda nuestra existencia justificando así, nuestra total im-presencia.

Preferimos la intelectualidad (la idea de) a la libertad de -sentir- nuestra propia esencia.
Quizá sea por eso que vayamos, casi literalmente, como pollos sin cabeza en busca de esa idea de felicidada parcial, irreal e incompleta. 

Cuando te sientas así, recuerda…
La felicidad se siente, NO se piensa.