No nos engañemos… En estos tiempos posmodernos lo que triunfa es el entre-tenerse. El entretenimiento. La cultura del. O siendo honestos y dejándonos de cuentos… la Industria del. Producimos, consumimos y nos divertimos con entretenimiento, y no nos damos cuenta que por lo general, esta rueda esconde la inconsciente necesidad de evadirnos de un mal-estar interno, sutil y muy bestia. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
De hecho, casi todos usamos el entretenimiento (tele, redes sociales, whatsapp, whatever…) para desconectar del cansancio físico y mental que nos provoca la hiperactividad de nuestra rutina. Y también y como no, para aderezar nuestras vidas matando el aburrimiento.
Lo que no vemos es que tras ese cansancio y ese aburrimiento hay un elemento en común; la asunción de un ritmo artificial y frenético frente a la desconexión de la velocidad lenta y real -y no traumática- de la vida en esencia.
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El homo evasivus se entre-tiene. Entre lo que hace y lo que tiene y ahí está el problema, que cuando le toca el turno ‘a lo que es’, pasa completamente. Ya sea bicheando instagram, yendo de compras o mirando la tele. La cosa es evitar encarar esa sensación de incomodidad que emerge cuando nos quedamos, circunstancialmente, a solas con nuestro yo. 
Eso es a lo que la mayoría le teme, a la soledad, al silencio, al vacío interior. De ahí que “necesitemos” compañía (redes), ruido (tele) y consumo exterior.
Lo más curioso es que a pesar de todo, esto tampoco nos llena Y LO SABEMOS. 
En el fondo sabemos que el camino es a la inversa y que va hacia dentro, no hacia fuera. Pero en general, hacemos oídos sordos a nuestra propia voz interior.
Señorxs, reconozcámoslo: somos unos yonkis de la evasión. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
Y no pasa nada, o sí, que sé yo. Que cada uno se satisfaga con lo que pueda y con lo que crea mejor.
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#palabrastransparentes