TODXS (s/excepción) somos MUY buenos en algo. Solo que a veces no lo sabemos, no lo creemos o nos parece algo tan natural -y de toda la vida- que no lo valoramos, ni lo explotamos ni mucho menos le damos algún tipo de importancia.
A mí me ha pasado y seguramente también a ti, pq esto es así y en todas partes cuecen habas. Igual, hoy no quiero hablar de mí, sino de mi hermano. El que sacaba malas notas en la escuela, la liaba parda y por el que (no te voy a mentir) muy poca gente apostaba.
Era el ‘típico’ niño hiperactivo, travieso y con dificultades para estar concentrado. Su periplo escolar fue duro y complejo, los profesores no ayudaban porque obviamente, NO encajaba con el tipo de inteligencia que la educación reglada demandaba.
Su adolescencia fue jodida. Mis padres nos comparaban y todavía no sabían que mi hermano era un hacha.
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A día de hoy, y después de años de peleas, baja autoestima y luchas varias, TODO ha cambiado. No sé cómo (los procesos individuales son misterios del alma) pero UN DÍA él mismo se dio cuenta de que ‘aquello que le apasionaba y por lo que nadie daba un duro’, sería su modus vivendi. Se hizo cocinero y trabajó en hoteles de muchas estrellas, tantas, como las que hoy le acompañan.
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Esta semana fue el cumple+jubilación de nuestra madre y para festejarlo, le regalamos una cena-fiesta sorpresa. Éramos 20 panzas en la terraza de casa y mi hermano, brilló con toda su esencia.
Y me vi en él. Vi como natural-mente le daba vida culinaria a las ideas que su creatividad le brindaba. Como planeaba, organizaba, disponía y ejecutaba una cena visualmente muy estética y paladarmente muy sabrosa.
Y todos los que se habían quedado con la idea del ‘viejo-niño Oriol’ FLI-PA-RON.
Y yo le aplaudí muy fuerte y me sentí muy orgullosa.
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TODXS (s/excepción) somos MUY buenos en algo. Solo que a veces no lo sabemos, no lo creemos o nos parece algo tan natural -y de toda la vida- que no lo valoramos, ni lo explotamos ni mucho menos le damos algún tipo de importancia.