ESPERANZA EN TIEMPOS DE CRISIS
Estos días vengo observando que, más allá del caos logístico y la lógica preocupación por la incertidumbre actual -para muchxs, también económica- se está cocinando a fuego lento un caldo emocional mezcla del miedo, la zozobra y una lúgubre sensación de soledad…
Es ‘normal’.
Los medios de comunicación contaminan el ambiente emitiendo, continuamente, contenidos de baja frecuencia vibracional. Nos muestran cuán egoístas y desconsiderados somos y nos obvian (privando de voz y espacio) las miles de propuestas y acciones solidarias, creativas y extra-ordinarias que se están dando por todo el país, de forma espontánea y simultánea.
El ‘share’ es más importante que la calma.
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Sin embargo, no hay que perder la esperanza. Y no porque sea un refrán popular sino para honrar y ser conscientes de esos individuos y colectivos (como el sanitario) que están dando lo mejor de sí -aún y exponerse- por el bien general.
La esperanza no niega la realidad para encomendarse a dioses o gobiernos sino que la enfrenta de cara con la certeza y la confianza de representar a una sociedad civil coordinada y conectada. Una fuerza invisible y colectiva que nos estimula a insistir y avanzar para ganar la batalla.
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Por eso es tan interesante que en estos momentos de confinamiento habitacional no caigamos en la trampa de prestar toda nuestra atención a contenidos de baja frecuencia vibracional. Contenidos que debilitan nuestro organismo, alteran nuestro sistema nervioso y repercuten en nuestro estado emocional.
Seamos responsables, aislémonos (unos días) y aprovechemos la situación para reconectar con nuestro Yo esencial. Esa es la mejor manera de cuidarnos. Dejando las pantallas y sintonizando -cada cual a su forma y modo- con la esperanza, la confianza y la tranquilidad.
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PD: estos días vengo observando muchas cosas (más allá del virus) y las estoy recogiendo en un Cuaderno de Observación ‘corovinario’. Lo tienes en aquí, en el CUADERNO DE OBSERVACIÓN que compartí en Instagram❤️
#quédateencasa