CONTAR LOS DíAS
Desde que estamos a merced del famoso virus, hemos perdido la sensación de control de nuestro tiempo y espacio. De repente, nos sobran horas al día y a pesar de estar solos y aislados, nos sentimos tan molestos y apretujados como si estuviéramos en hora pico en un atasco.
Honramos a los sanitarios con aplausos mientras reivindicamos -a grito velado- que seguimos vivos y que nos devuelvan la vida que nos han pausado.
Sin beberlo, hemos hecho de la ‘normalidad’ nuestra bandera y de lo ‘ordinario’ nuestro mandato…
Mientrastanto, echamos cuentas. Contamos los días que llevamos confinados, los que imaginamos que nos quedan…
Contamos enfermos, muertos y recuperados, contamos nuevos desempleados y los millones que donan las empresas (mientras se lavan las manos) Contamos, contamos, contamos… Y aún así, nuestra normalidad sigue esperando.
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Señorxs, creo que ha llegado el momento de aprender a vivir esta anomalía sin caer en la trampa de poner nuestras vidas en modo pausa. Contar está bien. Y quejarse. Y llorar. Y sentir rabia. Es lógico y humano.
Pero todo un rato, un poco, y sin perder el norte o derrumbarnos. De hecho, el propio virus nos regala una gran enseñanza: la de saber adaptarse a las circunstancias.
Tenemos un horizonte vacío frente nuestra mirada y en vez de explorarlo y construir un nuevo relato, preferimos llenarlo consumiendo pantalla. Y así, mientras nuestra vibración baja, empresas como Youtube o Amazon alcanzan cuotas de facturación jamás imaginadas.
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Y sí, somos libres de sentir lo que nos nazca y de hacer lo que nos plazca, así como también somos responsables del uso que hacemos de las emociones generadas. Podemos culpar al chino que se comió un murciélago en Wuhan o al tontolculo del vecino que hace trampa, pero somos cada unx de nosotrxs quienes le damos SENTIDO a esta causa.
Al uso que le damos a nuestro tiempo diario.
A contar los días o a hacer todo lo contrario.
A vivir conscientemente nuestro confinamiento estacionario.