fbpx

De arenas movedizas y de saltos al vacío

Es muy curioso ver cómo los seres humanos intentamos evitar la incertidumbre a toda costa y cueste lo que cueste, porque PARECE que nos va la vida en ello.
Hasta hace poco, a mí también me lo parecía. Me parecía que soltar lo conocido para adentrarme en lo desconocido sin tener ni pajolera idea de qué iba a suceder y cómo se iba a dar era cuanto menos, suicida.
De hecho, en España tenemos un dicho que dice ‘más vale malo conocido que bueno por conocer’, ¿viste? Es muy heavy ver como esta idea está en el inconsciente colectivo de nuestra sociedad y cómo nos condiciona diariamente y sin que la mayoría, nos demos cuenta.
Pues bien, un día, no sé cómo aunque imagino que por hartazgo, me di cuenta de que había dos hechos que yo sostenía en mi día a día que me causaban mucho sufrimiento:
Uno era el hecho de apegarme a las ideas que ya conozco y que forman parte de mi experiencia pasada y sostenerlas en mi presente, y el otro era el hecho de que al llevar a cabo el hecho anterior, estaba imposibilitando que otras ideas nuevas pudieran aparecer en escena. ¿Sí?
Bien. Esto que acabo de decir no lo hago solo yo, lo hacemos todos. Todos sostenemos una idea ideal de cómo debería ser nuestra realidad y todos hacemos lo posible para alcanzar esa idea ideal y todos imposibilitamos la posibilidad de que un nuevo horizonte se abra ante nosotros y nos permita transformarnos.
A mí por ejemplo, materializar esta idea a través de mis emociones me hacía sentir como si estuviera caminando sobre arenas movedizas, creyendo que cualquier paso en falso me hundiría en esas arenas…
Al principio miraba las arenas y pensaba en mil soluciones para cruzarlas, es decir, mi mente, en su buen hacer de mente, me proponía un pensamiento tras otro sobre cómo debía vivir esa situación y sobre todo, cómo debería estar siendo esa situación, así que a la sensación de inseguridad e incertidumbre, se le sumaba la sensación de frustración porque esas arenas ‘’no deberían ser tan movedizas’’ y la sensación de impotencia por ‘’no poder cambiar esas arenas por otras’’.
Ahí me di cuenta, no sé como, que esos pensamientos eran un punto de fuga energética brutal, o sea a saber la cantidad de energía que estaba invirtiendo yo solita cada día intentando dar respuesta a toda esta sarta de pensamientos que a su vez, estaban generados por mi mente como una propuesta para vivir ese momento de arenas movedizas, en base a toda la experiencia pasada para dar el paso siguiente y…. agotador, ¿Cierto?
Bueno pues cuando des-cubrí esto en mí, empecé a mirar de dónde venían esos pensamientos que mi mente me proponía para hacer frente a esa zona de incertidumbre en la que me sentía.
Y ¡Oh, sorpresa! Me topé de nuevo con mi emoción más asidua: El miedo. El miedo es ese amigo invisible que todos tenemos, sí?
Bueno pues el miedo era quien me hacía y me hace ver, cada vez que ocurre de nuevo, ese nuevo horizonte como un espacio de arenas movedizas, pero yo ya me he dado cuenta que esto, no es más que una propuesta que me lanza mi mente para que yo interactúe con ese instante.

Es muy curioso entender cómo funciona nuestro cerebro porque así podemos ver el mecanismo del pensamiento. Explico esto muy rápido para no irnos de madre, pero es que sino creo que no se entiende. Veamos, nuestro cerebro es como un ordenador que procesa todo lo que perciben nuestros sentidos, ok? Nos da explicaciones de todo lo que vemos, olemos, oímos, tocamos y percibimos, para que creamos que sabemos que es lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Bien.
Para él, su misión es procesar rápidamente toda esta info y lo que hace, para ser más eficiente en la respuesta, es crear respuestas que ya han sido usadas anteriormente. Como respuestas pre determinadas. De ahí que digamos que usamos nuestra experiencia para tomar decisiones. Sí? Vale, pues este mecanismo mental comporta que todo lo que sea crear nuevas respuestas, a nuestro cerebro le da palo, ¿Por qué? Porque le genera un mayor esfuerzo porque él ya tiene sus respuestas predeterminadas (predeterminadas por el pasado claro) y éstas están bien aposentadas, con sus circuitos neuronales bien construidos y asentados y por ello, para evitar el esfuerzo que le implica crear nuevas estructuras de pensamiento y toda la pesca, va a intentar impedir a toda costa, que pueda haber cambios en tu vida.¿Y como hace esto? Proponiéndote pensamientos del palo… ‘Esto es muy difícil, es muy complicado. Yo no puedo hacerlo. Esto a mi no me sirve, mejor malo conocido que bueno por conocer…’ ¿Viste?

Y es que una experiencia nueva, una nueva etapa, un nuevo hábito, un nuevo lo que sea… es algo que no se conoce, por eso es nuevo, por eso es desconocido y por eso da miedo, porque no sabemos, porque nuestro cerebro no puede darnos una respuesta certera, por eso mismo es que el escollo a salvar es ese miedo o mejor dicho ESE PENSAMIENTO PREDETERMINADO DE MIEDO. ¿Por qué? pues porque como hemos sido educados en este miedo, creemos que no podemos pensar de otro modo y por eso nos amedrentamos cuando nos encontramos en momentos de incertidumbre.
Pero este pensamiento, esta estructura de pensamiento, no es real, no es cierta. Tú misma o mismo puedes ver exactamente ahora, en este mismo instante, que es propuesta que te está ofreciendo tu mente es solo eso, una propuesta. Una manera de ver el mundo, una manera de percibir lo desconocido y hacerle frente.
Nos aferramos a lo conocido, como dice el dicho…por malo que sea.


Nos cuesta infinito soltar. Soltar nuestras viejas ideas de cómo debería ser lo que sea que venga o también, y esto es muy del new age este motivacional que hay ahora, soltar ese apego por las expectativas que he puesto en esto nuevo que llega como puente que une la vieja etapa con la nueva.
¿Tiene sentido esto? La verdad es que no lo sé, yo todo esto que digo es fruto de mi propia experiencia. de mirarme a mí cuando estoy en esa zona de incertidumbre, cuando por ejemplo ahora, que estoy cerrando un proyecto sólido, consolidado, en el que se ha invertido tiempo y esfuerzo, que genera beneficios y que se califica de éxito y estoy abriendo una puerta nueva que no sé a dónde me lleva.
Siento que de nuevo, estoy en tránsito, y aunque no es la primera vez que lo estoy porque este suceso se ha repetido ‘’casualmente’’ ya dos veces, sí que es la primera vez que no siento miedo.
No me da miedo lo que venga. No me da miedo cometer errores, o fracasar, o lo que sea… porque he comprendido que todo es parte del aprendizaje. De hecho, es más, es que esto es muy loco eh, hace poco he descubierto que este mecanismo es el que tiene y usa la vida para ponernos en contacto con nuestra frustración personal en muchos ámbitos, es un mecanismo que nos permite ver cuáles son las expectativas que hay detrás de esa emoción y una vez vistas, soltarlas.
Sí, así nomás. Ese es el aprendizaje: aprender a soltar el conocimiento, aprender a movernos y a adaptarnos a circunstancias, situaciones, lugares, personas o momentos que hasta ese momento, no estaban en nuestra vida o no tenían importancia.


¿Y cómo se suelta algo, verdad? porque decirlo suena muy fácil pero luego cuando nos ponemos… hostiaaaa…. Pues verás, aquí es cuando llegamos al momento en que nuestra mente se pone en modo: voy a tomar notas.
Para mí, repito, PARA MÍ, soltar es darme cuenta que esa expectativa, o ese objetivo o esa idea que me sirve de zanahoria, está condicionando mi foco de atención y lo está desenfocando haciendo que me centre en esa zanahoria futura, en vez de estar disfrutando de lo que está aconteciendo en mi instante presente. En mi ahora.
Es decir, si me centro en la sensación de bienestar que tendré cuando salga de esta zona de incertidumbre cuando consiga no sé qué, estaré poniendo mi foco, mi atención y mi energía en un merecimiento futuro, que suena y pinta muy bien claro está, pero a su vez y al mismo tiempo estaré ignorando, rechazando y desvalorizando la plenitud que tiene este preciso momento, por lo cual, seguiremos girando en la rueda-idea de que nuestra felicidad será plena cuando no esté en este momento sino en el momento siguiente.
Es muy loco darse cuenta de esto y verlo en uno mismo y vérselo a los demás.
Y no se tú, pero la verdad es que yo, individualmente, me he cansado de vivir así.
Me he cansado de vivir con miedo a lo que vendrá, a cómo será, a si me dará para vivir, a si me hará feliz… me he cansado de querer tenerlo todo controlado de antemano o cuando está sucediendo porque es muy agotador. Es muy cansado estar con el pensamiento puesto todo el tiempo en ese futuro o en ese pasado, no sé a ti pero a mi no me suma, solo me resta. Me vacía, no me llena. Sin embargo, el obviar esos pensamientos, el no darles vida, el dejarlos pasar, el tenerlos ahí porque son inevitables pero dejarlos en un segundo plano… hacer esto me permite situarme en esa zona de incertidumbre de una manera muy distinta. Con una mirada diferente, viendo que todo es una posibilidad, dándome cuenta que cuando mis pensamientos no interfieren con lo que ya me da la Vida, todo cobra un sentido inexplicable y que las piezas del puzzle comienzan a encajar y de a poco empiezas a ver que solo las decisiones tomadas en el presente y en tiempo presente (y no con la mente puesta en el pasado o en el futuro) son las que van marcando el camino a andar.
Es muy loco porque el escenario es el mismo, en verdad nada cambia así a bote pronto, solo tu mirada, tu percepción y tu manera de sentirte en el mundo.
En este punto, las zonas de incertidumbre dejan de ser feas y evitables y se convierten en jardines atractivos y atrayentes en los que no sabes con qué flor te vas a encontrar, pero no te importa en absoluto.
Yo ahora mismo y como te decía, me encuentro en ese punto. Yo sola me he llevado a una zona de incertidumbre, cerrando un proyecto profesional y abriendo un proyecto más personal donde, al contrario de lo que había sucedido hasta ahora, no hay una idea clara ni un proyecto definido, en verdad no hay casi nada más que apenas una web, 4 escritos y un impulso. Como un latido. Ahora mismo estoy en un momento en el que yo decido, conscientemente, vivirlo desde este lugar porque así lo siento, siguiendo solo a mi instinto, a mi intuición, a esa parte salvaje no domesticada que todos tenemos en la que damos espacio para que actúe nuestro sexto sentido, por llamarlo de algún modo.
Ese yo salvaje me hace ver que las zonas de incertidumbre, los limbos, o como queramos etiquetarlos, son espacios internos propios y tienen su propia belleza. Un caos, un vacío hermoso del que nacen y se llenan miles de ideas y posibilidades útiles puestas ahí, a nuestra disposición para que hagamos uso de ellas.
Lo único que necesitas para verlas es estar presente. Yo veo en mí que si mi mente no está en el presente, es incapaz de percibir esas otras posibilidades y por consiguiente, si no lo detecto, ésta seguirá haciendo uso de las ideas viejas y se repetirá de nuevo el círculo, como si fuera un maldito hamster dando vueltas a la rueda, pero también he visto que cuando presto atención a ese yo salvaje y honesto, la confianza brota de forma orgánica y de forma natural empiezan a surgir o a aparecer nuevas amistades, nuevas oportunidades, nuevos intereses, horizontes, ideas y mil cosas interesantes más que surgen en mi y a mi alrededor.
Esto señoras es un flipe porque no es algo exclusivo mío eh, esto le sucede a todo aquel que decide soltar y aprende a dejarse llevar por la sabiduría superior de la Vida.
Cuando haces este movimiento, cuando contemplas tus zonas de incertidumbre como espacios llenos de posibilidades en vez de pozos sombríos y negros, cuando sueltas ese conocimiento que te lleva a estar en cualquier lado menos en el momento presente… ahí es que desaparece el miedo y brota la confianza en que la incertidumbre no es mala, sino motivadora y llena de aprendizaje.

Pin It on Pinterest

¡Entérate en cuanto reponga las Cartas Salvajes! Te avisaré en cuanto estén disponibles de nuevo
Email Cumplo escrupulosamente con la Política de Privacidad, puedes saber más sobre el tema, en mi págin Política de Privacidad